¿Cómo financiar las transiciones? Primera Parte: Las Premisas
- Luis Porto
- 15 ago 2022
- 3 Min. de lectura
Enfrentar los desafíos que plantean la transición económica (el ciclo), la transición tecno productiva, la transición sociopolítica, la transición hacia un desarrollo sostenible social y ambiental y la transición de la gobernanza global, es costoso.
La tradicional reacción de los gobiernos frente a múltiples desafíos a financiar suele ser la implementación de múltiples medidas que complejizan los presupuestos públicos, los sistemas tributarios y las normas. Ese tipo de complejidad (de parches) alimenta el oportunismo, la búsqueda de rentas, la evasión y la elusión fiscal.
La primera premisa entonces es que las líneas de acción deben simplificar y no complejizar la fiscalidad y las normas.
Es que la mayor parte de las veces los gobiernos tienden a creer que los shocks que reciben son transitorios y por tanto toman medidas transitorias. Todos sabemos que no hay nada mas permanente que aquello que se propone como transitorio. Y así los países se transforman en un conjunto de normas, gastos y formas de financiamiento que se acumulan y solapan en el tiempo hasta que al final se llega a un punto en el que se hace imprescindible una reforma fiscal, tributaria, o cualquier otra reforma.
Los gobiernos no son irracionales, en la mayor parte de las veces lo hacen porque se ha vuelto casi una “verdad revelada” que las reformas estructurales tienen costo evidente inmediato y el beneficio es a más largo plazo. Y ningún gobierno quiere asumir ese costo político.
Es por lo que, la segunda premisa de las líneas de acción es que las mismas deben considerar la posibilidad de beneficio inmediato y costo diferido, es decir, revertir la lógica de las tradicionales reformas estructurales.
Por otra parte, cuando se analizan todos los desafíos, todos se pueden resumir en tres: sustentabilidad económico-financiera, sustentabilidad ambiental y sustentabilidad social.
Para que el esquema tenga sustentabilidad económico-financiera, es necesario evitar los errores del pasado, evitar poner parches frente a los desafíos. El ejemplo más reciente es el del COVID-19. La mayor parte de los países del mundo (también los países de América Latina y el Caribe) han tomado medidas fiscales y tributarias para paliar el impacto de las políticas de distanciamiento social sobre las actividades económicas relacionadas con limitar el impacto negativo al potencial productivo y proteger a los sectores más vulnerables de la población.[1][2] Las consecuencias están a la vista: inflación y dificultad para reducir los apoyos implementados, y será mucho más difícil si sobreviene una recesión. Creyeron que el shock era transitorio, pero en ese horizonte temporal se generaron nuevos desafíos y shocks.
La multiplicidad de desafíos que enfrenta y enfrentará la región en los próximos años hace que sean absolutamente irrelevantes los conceptos de transitorio y permanente que solemos usar los economistas. Los shocks de diversa índole se solaparán en diferentes ventanas de tiempo porque nos enfrentamos a múltiples transiciones. Y esto nos lleva a la tercera premisa: no son necesarias medidas transitorias ni permanentes, sino un sistema resiliente.
La tercera premisa entonces es que las líneas de acción para el financiamiento de los desafíos que presentan las transiciones deben asegurar un sistema de normas y financiamiento resiliente.
Para garantizar la sustentabilidad financiera las líneas de acción deben garantizar la sustentabilidad fiscal.
Para garantizar la sustentabilidad económica es necesario que el esquema de financiamiento genere inversiones, tanto en el sector público como en el sector privado. Este último punto requiere que las medidas toman en cuenta la competitividad. Es necesario aumentar la productividad y romper con las trayectorias de crecimiento lento pre-pandemia.
La ruptura de las trayectorias de crecimiento lento en la región y la emergencia de nuevas trayectorias dependerán de las competencias y habilidades humanas, las capacidades organizacionales, y las características de las instituciones y las normas sociales de cada país. Para simplificar permítanme llamar a estos elementos los Activos Específicos de un país o región.
La diferencia entre los países en materia de Activos Específicos relacionados a los cambios de trayectoria tecnológica y de empleo impactará sobre la competitividad y provocará la relocalización de actividades de las empresas entre esos países.
La sustentabilidad ambiental por su parte requiere que haya un adecuado reparto de costos y beneficios (económicos y ambientales) entre generaciones y entre quienes contaminan y no contaminan, quienes degradan el medio ambiente y no lo degradan.
La sustentabilidad social, finalmente, requiere como ya fue sugerido en posts anteriores priorizar a la población vulnerable y a los sectores medios de la economía y la sociedad. Es ese empoderamiento el que permite la construcción de contrapesos a las élites y promueve por tanto la inclusión y la equidad.
Estas son las premisas (en negrita y en cursiva) que debe guiar la propuesta de financiamiento de los desafíos a enfrentar en las transiciones.
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