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Desigualdad y fragmentación: No “es la Economía estúpido”, es la socialización.

  • Foto del escritor: Luis Porto
    Luis Porto
  • 15 ago 2024
  • 4 Min. de lectura

 

…Nosotras no vemos a “un delincuente”,

vemos infancias robadas vemos derechos vulnerados

Vemos vidas truncadas y el factor común es la pobreza…

Caro Pereira, Maestra.

 

Ya es sabido que el destino de las personas se relaciona con el lugar donde esa persona nace, es cruel cuando ese destino es una bala que la mata en la infancia, en la adolescencia, en la juventud.


Y en América Latina se aborda esta crueldad como si fuera un problema de seguridad.


Y muchas otras veces se analiza como si fuera un problema de desigualdad económica.


Y muchas otras veces se analiza como si fuera un problema de desigualdad de acceso a derechos, a una vivienda digna, a un empleo, a la salud, a la educación…


Y es cierto que todos esos son problemas relacionados, y como es cierto, al abordarlo desde la política se termina discutiendo sobre los recursos para políticas de seguridad, de educación, de ingresos (transferencias).


Y entonces la Economía entra en acción.


“Es la economía, estúpido” es una frase que se hizo famosa en Estados Unidos en una campaña presidencial, para enfatizar la importancia de los temas económicos en el comportamiento de los votantes.


Parafraseando esa expresión, llamo la atención sobre el hecho de que no es la Economía (con mayúscula, la que refiere a la disciplina) la herramienta para analizar la problemática que denuncia la maestra Caro Pereira en el poema citado en el cabezal.


Las maestras saben sobre esa problemática, no sólo porque conviven con ella a diario, sino porque se enfrentan a ella en el aula.


La desigualdad no es sólo de ingresos, o de acceso a derechos, es también de códigos lingüísticos, de estructuras mentales, de patrones de comportamiento, de valores: de socialización.


En la socialización primaria las personas aprenden las normas, valores, patrones de comportamiento y roles necesarios para integrarse en la sociedad desde la infancia y se da en el entorno familiar o de cuidados cercanos en el que se desarrolla esa infancia.


Luego, en la Escuela, comienza la socialización secundaria, en la que las personas ajustan los valores y patrones de comportamiento a los roles que la sociedad espera de ellas. Si hay consonancia la socialización secundaria (la educación, el trabajo…) complementa y amplía los aprendizajes y los horizontes de las personas que pueden así adaptarse y desarrollarse en la sociedad.


Pero si hay disonancia…, el conflicto emerge.


Conflicto de valores, de comportamientos esperados, disonancia cultural y cognitiva. Problemas de aprendizaje, fracaso escolar y deserción del sistema educativo. Campo fértil para que sean reclutados para trabajar en los mercados ilícitos.


El resto es conocido, es solo mirar un noticiero para saber como se truncarán sus vidas.


No es la Economía que puede resolver esto, pero se necesita de la Economía para resolverlo. Y no es (sólo) destinando más recursos para la seguridad, la vivienda, la educación, las transferencias. Es destinando recursos para la socialización primaria, a los hogares expuestos a los mercados ilícitos, a los hogares vulnerables y vulnerados.


El enfoque debe ser el de socialización, no (solo) el de pobreza y desigualdad.


Estamos frente a sociedades fragmentadas, no cohesionadas. Las políticas de lucha contra la pobreza y la desigualdad pueden ser efectivas y eficientes en sociedades cohesionadas, en las que no existen conflictos de valores, de patrones de comportamientos ni de expectativas sobre los roles que las personas pueden desarrollar.


La fragmentación, es por definición la división de una sociedad en grupos con diferentes valores, normas y expectativas. En estas sociedades las políticas fiscales tradicionales serán inefectivas o ineficientes. Es como esperar mejores resultados educativos por dedicarle más horas al estudio, estando enfermo. El resultado no dependerá sólo de las horas de estudio, sino también de como afecte la enfermedad. Pues bien, nuestras sociedades están enfermas de fragmentación social.


A la hora de enfrentar los problemas de marginación e inclusión se han probado y se discuten varias herramientas y en general las políticas tienden a definir un instrumento por objetivo: recursos para la seguridad, recursos para la educación, recursos para la vivienda. Esto puede funcionar cuando los objetivos son independientes. Pero cuando los objetivos son interdependientes, esto será inefectivo o ineficiente.


¿Cuál es la solución entonces? Quizás experimentar. Probar. Realizar experiencias piloto, para no dilapidar recursos, y generalizar luego de evaluar.


La pobreza, la inseguridad, la desigualdad suelen estar georreferenciadas, es necesario actuar en el territorio, en lo local. Y se deben combinar herramientas pues los problemas y por tanto los objetivos son interdependientes.


Las herramientas para probar en forma combinada y evaluar, que existen en diferentes partes del mundo son múltiples y variadas:


-       Programas educativos y de prevención temprana de enseñanza de habilidades sociales, para complementar el sistema educativo

-       Programas de rehabilitación y reintegración social, para los hogares relacionados a los mercados ilícitos

-       Programas comunitarios de participación ciudadana y seguridad humana

-       impuesto negativo a la renta, renta básica universal, transferencias condicionadas, en lo que refiere a ingresos.

-       Programas de empleo público, empleo garantizado, de trabajo comunitario, de educación dual, de “finishing schools” (capacitación corportiva), en lo que refiere a la socialización vía el trabajo


Y seguramente varias más que no conozco.


Sin soberbia, con la humildad de haber fracasado todos estos años, la clase política de América Latina debería no confrontar sobre temas que no han sabido resolver por separado, y deberían hacer causa común en la lucha contra la desintegración y la fragmentación social que “nos roba la sonrisa de esos niños y niñas disfrutando en la escuela, nos roba su inocencia…” (Caro Pereira)


No callemos.

 
 
 

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