Transiciones y Protestas: desafíos que moldearán el panorama de la región en 2023
- Luis Porto
- 15 ago 2022
- 2 Min. de lectura
Antes de la pandemia la región latinoamericana mostraba un paisaje de caída en el ritmo de actividad económica, de insatisfacción con la democracia y protestas, la pandemia llevó a la recesión y algunos analistas prevén la posibilidad de una nueva recesión en 2023.
¿Esto aumenta la posibilidad de nuevas protestas? ¿Pueden esas protestas llevar a enfrentamientos en la calle?
La primera pregunta parece sencilla de responder si uno considera los resultados de la encuesta de Latinobarómetro sobre el tema.

Si bien hay mucha diferencia entre países, los porcentajes de aceptación del mecanismo en todos los países es elevado, y en el conjunto de América Latina es del 52%.
Predisposición para estar de acuerdo con las protestas existe.
Los factores que disparan la protesta, los gatillos de indignación también siguen presentes de manera diferencial en la región. Estos son:
– El elitismo: al tiempo que alimenta la sensación de injusticia, la concentración de riqueza y poder es utilizado para fomentar la idea de “élite/pueblo” y es la semilla de los movimientos populistas
– La exclusión: las desigualdades y discriminación que afectan a determinados grupos de identidad y generan indignación en esos grupos y se contagia a otros
– Las fallas sistémicas para brindar servicios públicos (ejemplo seguridad, salud, educación)
– Las incertidumbres propias de los momentos de transición en que estamos (como por ejemplo sobre el empleo)
– La corrupción
La predisposición para protestar existe, los gatillos de indignación están presentes, ambos en forma diferente por país en la región. ¿Qué otros factores afectan la probabilidad de que aumenten las protestas, se contagien y lleve a situaciones conflictivas en la calle?
La difusión de las indignaciones desde el núcleo de los protestantes a varios lugares del tejido social, así como la rapidez del contagio le dan visibilidad y por tanto importancia a las protestas La gente cree que es importante porque se hace viral, la gente cree que es importante porque otra gente cree que es importante.
En segundo lugar, la indignación llega a la calle cuando se acompaña de una narrativa que articula intereses, ideas y emociones. El cerebro social no es diferente al cerebro de un individuo.
En tercer lugar, importa el grado de cohesión social entendida como la abundancia y densidad de conexiones y relaciones en una sociedad, así como la presencia de vínculos y contrapesos que dan forma a la relación entre los ciudadanos, sus organizaciones económicas, sociales, políticas y el Estado.
Cuanto más densos son los entramados económicos, sociales y políticos, mayor es la probabilidad de que las organizaciones en cada una de esas esferas canalicen las demandas y atemperen las situaciones conflictivas.
El tejido social, económico y político importa, y mucho, no solo para contener situaciones conflictivas sino también para el desarrollo de instituciones democráticas e inclusivas.
En suma:
• Los gobiernos deben estar alertas a la insatisfacción con la Democracia y alerta a las protestas
• No se puede descartar que nuevas protestas sobrevendrán en 2023 si la región no logra satisfacer las demandas de la población en materia de derechos económicos sociales y culturales.
• Es imprescindible fortalecer las instituciones democráticas y organizaciones políticas económicas y sociales en la convivencia democrática y para ello hay que fortalecer la cohesión social.
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